En Baena han podido observar el cultivo del olivar tradicional y en pendiente y han visitado la cooperativa de Nuestra Señora de Guadalupe, la mayor de la Denominación de Origen Baena.
El
Secretario General de Medio Rural del MARM, Eduardo Tamarit, ha
acompañado a varios miembros de la Comisión Europea que han estado
en España visitando algunas zonas de tradición olivarera en Andalucía,
concretamente en las localidades de Baena y Espejo en Córdoba, con
objeto de conocer in situ la labor desarrollada por Cooperativas,
agricultores, almazaras y empresas comercializadoras del aceite de
oliva.
En
Baena han podido observar el cultivo del olivar tradicional y en
pendiente y han visitado la cooperativa de Nuestra Señora de Guadalupe,que, con 1234 socios es
la mayor cooperativa de la Denominación de Origen Baena y la empresa
Núñez de Prado, un modelo en la exportación de aceite de oliva.
Seguidamente,
en la localidad de Espejo han visitado distintas parcelas de olivar en
superintensivo, de manera que han podido conocer tipologías del olivar
muy diferentes entre sí: el olivar tradicional, normalmente en régimen
de secano, con marcos amplios de plantación, con una edad media
avanzada, no mecanizable cuando las pendientes son altas y con
rendimientos productivos medios o bajos, y por otra parte el olivar
superintensivo, con alta densidad, en regadío, con altas producciones y
recolección integral mecanizable.
El
olivar tradicional no mecanizable tiene una superficie en España de
575.000 ha, siendo el olivar tradicional mecanizable, con 1.280.000 ha,
el que ocupa una superficie mayor. El resto de la superficie olivarera
se reparte entre el olivar intensivo, con 550.000 ha, y el olivar
superintensivo, que ocupa una superficie de 45.000 ha.
El
valor de la producción del aceite de oliva es de 2.060 millones de
euros de media y para la aceituna de mesa el valor es de 270 millones
de euros, representando la producción de aceite de oliva española el
50% de la producción de la Unión Europea y exportándose el 60% de la
producción. Además de su valor económico, el olivar es
un cultivo eminentemente social, que contribuye decididamente a la
vertebración del territorio, con unos 46 millones de jornales por
campaña.