Galaroza es una de las pocas localidades que mantiene la trilla tradicional e intenta sacarle un valor turístico a esta actividad agrícola
Decenas de personas presenciaron en Galaroza (Huelva), en algunos casos por primera vez, como se realizan las labores tradicionales de trilla, mediante una iniciativa de la asociación cultural Leiva para usar esa labor agrícola como un reclamo turístico.
La I Trilla en la Era Grande se inició poco antes de las 11:00 horas del sábado en esta localidad de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, donde todavía se mantienen seis eras empedradas en diversas zonas del pueblo, que reciben la visita de turistas que conocen esa labor, así como vecinos del municipio que han querido participar.
Organizados en varios grupos, los visitantes han contemplado cómo se realiza desde hace décadas la operación que se hace con los cereales, tras la siega o cosecha, para separar el grano de la paja, usando incluso recursos naturales, como el viento de la zona, para dejar libre el cereal y recolectarlo.
Con la unión del Ayuntamiento, Leiva, la Universidad Rural Paulo Freire (URPF) y el Consejo Local de Asociaciones, se ha organizado este día de trilla tradicional, del que el alcalde, Antonio Sosa, ha explicado a los visitantes que "tiene una gran importancia, porque era el día que marcaba si las casas iban a disponer del trigo necesario, y si la cosecha había sido buena".
Galaroza es una de las pocas localidades que mantiene la trilla tradicional e intenta sacarle un valor turístico a esta actividad agrícola, por lo que Sosa ha reivindicado el protagonismo del pueblo en esta iniciativa, y la posibilidad de darle continuidad.
Con los nombres de Machear, Grande o Chica, las eras tradicionales de Galaroza son hoy punto de visita turístico, como punto de partida de una cita en la que, además, se ha visto trabajar en vivo a las mulas que hacen la recolección.
Pero no solo la agricultura propiamente dicha es protagonista de la jornada, ya que se llevan a cabo demostraciones de trilleras o cantes de trilla, un palo flamenco de origen folclórico asociado a esta actividad, que se ejecuta sin acompañamiento de guitarra, o con cascabeles o campanillas, rememorando los que, en su tiempo, llevaban las bestias de tiro durante la faena de la trilla en las eras.
