Para ello trabajan en la utilización de nanoarcillas que mejoran las propiedades térmicas del envase y funcionan como barrera para evitar que el oxígeno traspase el plástico con facilidad.
El grupo de expertos de toxicología de la Universidad de Sevilla investiga nuevos envases para conservar mejor la carne envasada con nanoarcillas, ha informado en un comunicado.
La investigadora principal de este proyecto, la profesora de la Facultad de Farmacia Ángeles Mencía, ha explicado que las nanoarcillas mejoran las propiedades térmicas del envase y hacen también de barrera para evitar que el oxígeno traspase el plástico con facilidad, llegue al producto y lo estropee.
Según la doctora, se darían por satisfechos con aumentar entre uno y dos días la fecha de caducidad de la carne envasada, ya que eso conllevará un "ahorro sustancial en la cantidad de alimentos que se desechan a la basura cada día".
Antes de que estos nuevos materiales de envasado lleguen al consumidor, los investigadores están desarrollando todo tipo de análisis para garantizar que no hay ningún riesgo para la salud.
Así, se han hecho ya experimentos in vitro e in vivo para comprobar que no tienen ningún efecto adverso a través de estudios toxicológicos en células hepáticas e intestinales, evaluando la potencial inducción de inflamación, estrés oxidativo celular, Y genotoxicidad.
Para el estudio in vivo han trabajado con un grupo de roedores durante 90 días y han comprobado que los estudios histopatológicos y los parámetros sanguíneos revelan que las "arcillas suministradas en la dieta no afectan en nada al bienestar de estos animales".
Asimismo, se ha comprobado que al añadir estas nanoarcillas al material de envase, la permeabilidad a gases como el oxígeno, se ve notablemente disminuida.
Esta reducción beneficiará el retraso de los procesos de degradación oxidativa en alimentos grasos como la carne, culpable de la producción de sustancias tóxicas para el organismo, aportando además un incremento de su vida útil, beneficios de seguridad alimentaria, ha señalado la investigadora.
El siguiente paso, hasta llegar al mercado, es profundizar en la potencial toxicidad mediante estudios de mutagenicidad a través de una técnica denominada Test de Ames, y seguir avanzando en el diseño de nuevas arcillas.
El desarrollo tecnológico se lleva a cabo por en Valencia mientras que los estudios toxicológicos de las muestras se hacen en los laboratorios de la Universidad de Sevilla (Citius y Citius Celestino Mutis) en el campus de Reina Mercedes.