el sector a lo que aspira es a autorregularse, es decir, que sean los propios armadores y marineros los que "estemos pendientes del caladero, siempre con la supervisión de la Junta de Andalucía".
El sector de la chirla del Golfo de Cádiz
cumple hoy dos semanas de amarre por la falta de rentabilidad de la
pesquería sin que hasta el momento se hayan dado soluciones a su
situación "crítica" y con una clara aspiración, la autorregulación.
Rafael Núñez, portavoz del colectivo
-compuesto por unas 200 embarcaciones de Punta Umbría e Isla Cristina
(Huelva) y Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), ha precisado que están a la
espera de que el Defensor del Pueblo Andaluz, José Chamizo, concrete, en
su papel de mediador, una reunión con la consejera de Agricultura y
Pesca, Clara Aguilera.
El sector confía, según ha indicado,
que esta próxima reunión "sea fructífera" toda vez que la consejera "es
consciente de que la política pesquera europea va a acabar con
nosotros".
Núñez ha explicado que el sector a lo que aspira es
a autorregularse, es decir, que sean los propios armadores y marineros
los que "estemos pendientes del caladero, siempre con la supervisión de
la Junta de Andalucía, pero que seamos nosotros los que llevemos los
estudios con los biólogos y determinemos cuando se cierra el caladero".
Unos cierres que entienden han de ser "cortos" porque si no el
marisco "se muere" y que han de ir acompañados de la oxigenación de los
fondos del caladero.
Desde el sector se considera que los
estudios realizados por el Instituto Español de Oceanografía (IEO), en
los que se basa la directora general de Pesca, Margarita Pérez, para no
aceptar las reivindicaciones del sector "son insuficientes para decir
nada porque los biólogos han ido poco a la mar y han tomado pocas
muestras".
Estos informes rechazan que se rebaje la talla
mínima permitida de 25 a 24 milímetros porque se pondría en peligro la
regeneración del caladero, algo con lo que el sector discrepa.
Por otra parte, Núñez ha insistido en que en el Golfo de Cádiz las
corrientes vienen de poniente a levante, lo que quiere decir que el 90
por ciento del desove de la chirla está en las aguas de Doñana, "es ahí
donde se concentra la mayor parte de la producción, de siempre ha sido
la zona más rica, sin embargo, se ha ido cerrando al hacerse reserva".
Un cierre que no se entiende desde el sector que considera que esta
zona debería de abrirse de nuevo a una pesquería "ecológica y
tradicional" que no supondría ningún daño para el ecosistema de Doñana.