Andalucía Investiga
La Fundación Tecnova y la UAL han analizado los residuos
de los suelos agrícolas en la zona del Poniente, especialmente en lo
referente a plantación de pimiento, un cultivo que tras atravesar una
de sus peores crisis hace más de un lustro debido a la alta
concentración de pesticidas en esta hortaliza, ahora es una de las
plantaciones más limpias al emplear, en un 95% de los casos, el
control biológico a través de la lucha integrada.
El
impacto que la agricultura intensiva ha dejado en los suelos de la
provincia no es tan grande como se podría prever en un principio. Un
estudio realizado por Tecnova, en colaboración con la Universidad de
Almería, ha determinado que las tierras que sirven de sustrato para la
horticultura almeriense apenas presentan sustancias contaminantes
activas o lo hacen en concentraciones muy bajas.
Este
centro tecnológico ha focalizado su investigación en la zona del
Poniente (La Mojonera, El Ejido, Roquetas de Mar y Vícar) ya que se
trata de una de las áreas más castigadas por su constante actividad
agrícola. Decidimos centrarnos en el pimiento, ya que cuando empezó la
investigación, hace ahora un par de años, todavía persistía la
problemática relacionada con el empleo de fitosanitarios en este
cultivo y había productores a los que les costaba implantar con
eficacia los métodos de lucha integrada. Con este estudio también
pretendíamos ayudar a estas empresas a implantar nuevas formas cultivo
en invernaderos, comenta Mari Carmen Manjón, una de las técnicas del
proyecto incentivado por la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa.
Concretamente,
se tomaron muestras de tierra de 100 explotaciones agrarias de la
comarca y se detallaron la composición y características de sus suelos,
a través de un análisis cromatógrafo. Dos grupos de investigación de la
UAL (Química Analítica y Contaminantes, y Edafología Aplicada y Química
Agrícola) se encargaron del análisis de los plaguicidas y de la
caracterización suelo respectivamente.
Las
pruebas fueron concluyentes: el 7% de los invernaderos no presentaba
ninguna de las materias activas buscadas, y si bien el 93% restante sí
contaba con una sustancia de este tipo, en la mayor parte de los casos
se trataba de concentraciones de traza mínimas, totalmente aceptables
según lo que establece la normativa vigente.
Cambiar de cultivo contamina
Asimismo,
los investigadores se percataron de que el 90% de los invernaderos
contaba con 10 años de producción intensiva y que, en la mitad de
ellos, el agricultor optaba por la rotación de cultivos (pepino y
melón, fundamentalmente). Según sus hipótesis, éste es el motivo por el
que, tras realizar un segundo muestreo, se contabilizaron unos pocos
casos en los que aumentaba la proporción de elementos contaminantes.
Concretamente
se encontraron 18 sustancias activas de las 42 analizadas. Insecticidas
(para los tratamientos foliares y el control de plagas como el pulgón,
cochinilla y mosca blanca) y fungicidas (para retrasar podredumbres en
planta y fruto) fueron las sustancias más relevantes. El siguiente paso
en este proyecto consistía en el establecimiento de protocolos de
descontaminación de suelos, a través de métodos como la biorremediación
o la fitorremediación. Opciones que se han descartado al considerar que
los suelos están limpios.
También se analiza el agua de riego
Desde
la UAL, el grupo de Química Analítica de Contaminantes, coordinado por
la profesora Antonia Garrido, está investigando sobre la posible
contaminación de suelos agrícolas, acuíferos subterráneos y aguas
superficiales debido a la acción de la agricultura bajo plástico y el
empleo de productos fitosanitarios, concretamente. En este caso, la
lista de componentes a analizar se extiende hasta los 400 compuestos.
Para ello se emplearán técnicas de cromatografía y espectometría de
masas. La idea es identificar todas las nuevas sustancias, determinar
los niveles de concentración tanto en tierra como en agua, y realizar
un seguimiento para comprobar si la propia naturaleza lo sintetiza e
inhibe de forma natural con el paso del tiempo.