CSIC
Agencia Estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas
Las plantas arvenses, comúnmente conocidas como malas hierbas, generan un efecto negativo en la producción agrícola. Estas especies disminuyen el rendimiento de los cultivos al competir con ellos por los recursos. Una investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) revela que la biodiversidad de las malas hierbas no se ve alterada por el tipo de técnica de laboreo utilizada para los cultivos.
El trabajo, publicado en Agriculture, Ecosystem & Environment,
compara tres sistemas de cultivo: el de labranza tradicional, el de
mínimo laboreo y de no laboreo. Los métodos se han llevado a cabo en un
sistema de cultivo de cereal-leguminosa sujeto a clima mediterráneo en
la región central de la península.
Según la investigación del CSIC, los niveles de biodiversidad
mantenidos bajo los tres sistemas de cosechado son prácticamente
iguales. Estos valores, expresados en función del número de especies y
de su frecuencia en el terreno, son de 1,26 para el laboreo
tradicional, 1,29 para la conservación mínima y de 1,14 para el no
laboreo, con una presencia de 30, 31 y 34 especies diferentes
respectivamente. Cuantas más especies aparecen en un sistema y mayor es
su frecuencia sobre el terreno, el nivel del índice de biodiversidad es
más elevado.
Los datos recogidos corresponden a un periodo de 23 años, según uno
de los responsables del artículo, el investigador del Instituto de
Agricultura Sostenible del CSIC José Luis González-Andújar, se trata
de un trabajo único, ya que es el primero que estudia la biodiversidad
arvense a largo plazo. Las conclusiones alcanzadas por el equipo
contradicen otros estudios previos realizados en escalas de tiempo
menores. Según González-Andújar, las perturbaciones puntuales tienen
demasiado peso en valores tomados a corto plazo. Algunos trabajos
anteriores, entre los cuatro años y los ocho años de duración, sugieren
que el sistema de no laboreo –el menos agresivo– es el que más conserva
la biodiversidad de las malas hierbas.
El lado más bueno de las malas hierbas
La presencia de plantas arvenses se asocia a una reducción de la
productividad en los cultivos, ya que compiten por los mismos recursos.
No obstante, las malas hierbas también generan un impacto positivo que
tradicionalmente ha sido obviado, explica González-Andújar. Según el
investigador del CSIC, estas plantas son beneficiosas para el
mantenimiento del ecosistema agrario, ya que sirven de refugio y
alimento para muchas especies de aves e insectos polinizadores.
En opinión de González-Andújar, no se trata de erradicar las malas
hierbas, sino de encontrar el equilibrio entre una producción óptima de
las cosechas y el buen funcionamiento de todo el ecosistema. Si se
tiene en cuenta que los sistemas de laboreo no interfieren en el nivel
de biodiversidad, en el futuro será necesario analizar cuál de ellos
tiene un efecto más positivo sobre el rendimiento de los cultivos a
largo plazo, concluye el investigador del CSIC.